La Emperatriz es instinto materno, el amor por la creación y las cosas bellas, la valiosa posesión de riquezas que están depositadas en nuestro interior, sabe dar forma a lo que lleva dentro y lo muestra llena de orgullo a los demás para compartir con ellos. Es Arcano de lo femenino, de la sensualidad más inocente, de la sensibilidad, de la fertilidad y de la abundancia.
Nos habla también de placeres terrenales, nos anima a sentirnos felices y a valorar lo que nos rodea, lo bueno que tenemos al alcance y a impulsar nuevas situaciones para que lo que obtengamos sea mejor, es un espíritu positivo y apasionado que abre las puertas del éxito tanto en lo material, como lo espiritual. Simboliza también la inteligencia soberana que da el poder, la fuerza motriz por la cual vive todo cuanto vive.
Y precisamente gracias a esta superioridad intelectual, simbolizada por la corona y el cetro, emblemas imperiales de mando, la Emperatriz se eleva por encima del mundo objetivo, hasta la esfera inmóvil de la perfección, donde residen los modelos platónicos de la realidad, los arquetipos, las ideas primordiales desde siempre compañeras del hombre.
Sonriente pero modesta, consciente de su fuerza interior, concentra en el escudo toda la serenidad que la invade. Domina con una autoridad sin esfuerzo, con un poder que no le viene del exterior sino de la perfección del conocimiento alcanzado, parecen probarlo también las doce gemas engarzadas en la corona que simbolizan los doce signos zodiacales, todo el ciclo de la experiencia del alma.
Como en el caso de la Papisa, también su condición de mujer, su energía yin, receptiva, femenina, nos habla de fecundidad. No obstante, no se trata tanto de la fecundidad física y espiritual de la mujer madre, iniciada en los misterios femeninos del sexo y del embarazo, como de la fecundidad intelectual de la virgen, que encierra todo en sí misma, como fermento, aún en espera de realización.
Así pues, la Emperatriz representa la chispa mental, la creación en la fase de proyecto, que precede siempre a la práctica.
No es casual que en el alfabeto hebreo esté vinculada a la letra guimel y en el árbol sefirótico a Binah, el centro energético de la inteligencia creadora.
En una tirada la Emperatriz es una carta de inteligencia y creatividad.
Como persona: Estamos hablando de la mujer ideal, completa, que cubre todos los aspectos: la amante, la esposa, la amiga, la madre de sus hijos, la pareja. Se trata de una mujer fértil.
Como resultado final: Es un resultado positivo del que se podrán sacar grandes beneficios. Si habla de un resultado afectivo: Es una carta positiva, de éxito total.
En el Rider La Emperatriz es Una mujer hermosa y real, ricamente vestida, empuña con la mano derecha el cetro del mundo; en un escudo que se encuentra a su lado aparece dibujado el símbolo de Venus. La diosa aparece sentada delante de un campo de cereal, y a su espalda fluye una corriente de agua que penetra en un bosque, el jardín inferior del Edén. No se trata de una reina celeste, sino del “refugio de los pecadores” del placer satisfactorio que calma todos los dolores. Es la fecundidad humana, la “puerta” que conduce a esta vida.
Alejandrina
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